Cuando se cumplen cuatro años y una semana de la captura del soldado Gilad Shalit en Gaza, y cuando su familia ha emprendido en Israel una marcha de 12 días para exigir su liberación, Benjamin Netanyahu ha comparecido ante la nación para exponer sus esfuerzos realizados en favor de un canje. "En el acuerdo presentado por el mediador alemán, que acepté, hay 1.000 terroristas. Ése es el precio que estoy dispuesto a pagar por devolver a Shalit a su hogar", aseguró en un discurso televisado, en el que dejó claras dos condiciones: una, que no permitirá que los prisioneros palestinos que salgan a la calle regresen a Cisjordania, y, dos, que no liberará a “architerroristas”.
Netanyahu hacía referencia así a la propuesta planteada en otoño pasado por el intermediario Gherard Conrad, que estuvo a punto de firmarse en diciembre, pero que finalmente fracasó.
La solución nunca estuvo tan cerca. El planteamiento preveía la puesta en libertad de 550 presos designados por Israel y otros 450 elegidos por Hamás, pero el pacto se hizo imposible cuando Israel se negó a asumir la lista presentada por los islamistas. En ella aparecían dirigentes palestinos condenados por terrorismo, fundamentalmente Marwan Barghouti, secretario general de Fatah en Cisjordania; Ahmed Saadat, del Frente Popular para la Liberación de Palestina, y los comandantes del brazo armado de Hamas, Abdullah Barghouti e Ibrahim Hamed.
Desde entonces, las diferencias entre Israel y Hamas en relación a la liberación de Gilad Shalit no son de número, sino los nombres. Netanyahu insistía ayer en esta idea al subrayar que su voluntad es “pagar un alto precio” por recuperar al militar judío, pero no “cualquier precio”. Según recordaba ayer, los reos palestinos amnistiados en el pasado llegaron a participar después en nuevos atentados, y desveló en particular que los 400 presos liberados a cambio del empresario Elhannan Tannenbaum, en 2004, han asesinado hasta ahora a 27 israelíes.
Netanyahu compare ahora ante la nación presionado por una opinión pública adversa, que últimamente está poniendo en duda los esfuerzos y la capacidad de su gobierno para rescatar al soldado Shalit, único militar de Israel desaparecido del que se sabe que está vivo. En octubre de 2009, Hamas entregó un vídeo a cambio de la excarcelación de 50 mujeres palestinas, en el que se podía ver al joven capturado con un diario fechado el 14 de septiembre del mismo año.
La pasada semana, Hamas advertía que, cuanto más tiempo transcurriera, más crecerían las exigencias para canjear al militar. Días antes, el Movimiento islamista renovaba su negativa a que la Cruz Roja Internacional pueda visitar al soldado en su cautiverio.
En represalia por esta situación, la Comisión parlamentaria para Asuntos Internos de Israel aprobó el pasado mayo el proyecto de la llamada "Ley Shalit", que prevé el endurecimiento en las condiciones de los prisioneros de Hamas en Israel: son 2.165, más 265 dirigentes. De salir adelante esa normativa, los miembros de esa organización no podrán recibir visitas en la cárcel, a excepción de las de Cruz Roja cada tres meses, ni ver televisión o prensa. “La fiesta de los prisioneros de Hamas en las cárceles israelíes se termina. El proyecto de ley envía un mensaje claro y unánime hacia la dirigencia de Hamas y hacia todos los que pensaron que podían seguir obteniendo condiciones VIP en las cárceles hasta su liberación", anunciaba el diputado Dany Danon, impulsor de la iniciativa.
PARA QUE CADA UNO SAQUE SU PROPIA CONCLUSIÓN
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