Con muestras de desesperación en su rostro, Azzam an-Najjar, agricultor palestino de 74 años y propietario de un terreno con olivos al este de Jan Yunus, afirma: «Mi cosecha es inferior al 5% de lo que sería la recolección normal de todos los años». Y añade, «Además de la pérdida sufrida por la destrucción de los olivares, la fertilidad de los árboles que quedan es casi inexistente. Esto es algo anómalo, no hay precedentes de este suceso».
Lo que escapó de la destrucción de las excavadoras no escapó del fósforo blanco
Las fuerzas de ocupación sionistas arrancaron 60 olivos de las tierras que posee Azzam an-Najar al este de la ciudad de Juza´a, dejándole únicamente 18 árboles en otro campo de su propiedad en Abasan al-Kebira. Azzam acostumbraba a recoger de 1.5 a 2.5 toneladas de aceitunas que se empleaban para producir aceite; la cantidad variaba de 20 a 22 tins de aceite (cada tin contiene cerca de 16 kg), pero este verano solamente pudo recoger 90 kg de aceitunas.
An-Najar no sabe la razón por la que la cosecha ha disminuido pero piensa que es debido a los efectos devastadores de los misiles, las bombas y el fósforo blanco que los israelíes hacían caer como lluvia sobre Gaza durante la guerra relámpago que ejecutaron contra la Franja, denominada por ellos ‘Operación Plomo Fundido’, el 27 de diciembre del pasado año, en una furiosa embestida que continuó 22 días más.
Una mujer palestina, Umm Muhammad as-Sumeri, sufrió el mismo destino. Sus 30 olivos dieron solamente 40 kg de aceitunas cuando normalmente solían producir 400 kg. Como ella misma señala «la causa son las bombas de fósforo blanco que no dejaban a su paso ni personas ni siquiera rocas. ¿Cómo iban a sobrevivir entonces los árboles?».
El propietario de una almazara en el sur de Gaza, Fahi Abu Mash, asegura que utilizaba para prensar 10 toneladas de aceitunas el primer día de la temporada de recolección en octubre, pero que este año la cantidad utilizada para prensar «¡no superaba la tonelada!».
La destrucción y la guerra: las principales razones
El Ministro de Agricultura en Gaza argumentó que la principal razón de la pérdida de la cosecha de las aceitunas se debía esencialmente a la destrucción por los sionistas de 8.784 dunums de tierras de olivos durante la guerra, aunque señala que no hay estudios que demuestren la relación entre la escasa producción en el resto de las tierras con las bombas.
No obstante, ingenieros ambientales ven una fuerte conexión entre el bajo nivel de producción y el uso de fósforo blanco y otras bombas que los israelíes lanzaron durante la guerra. También señalan que si una región está contaminada con fósforo blanco, esto también afecta a todos los elementos medioambientales, agua, aire, tierra y organismos. Explican además que el tipo que se utiliza para fines militares se distingue por su fuerte acción química que al interactuar con el aire de la atmósfera arde y se oxida rápidamente. Esta interacción química genera un calor tan intenso que el elemento estalla, debido a su propia intensidad, provocando unas llamas amarillas y un humo blanco espeso. El fósforo blanco ilumina la oscuridad y la reacción química continúa hasta que se consume en su totalidad o es privada de oxígeno.
Daños a las palmeras
Las palmeras se han visto perjudicadas no menos que los olivos. Nawaf al-Fulait de 55 años y de Deir-l-Balah, un pueblo ubicado en el centro de la Franja, expresa «Yo nunca he visto una producción tan baja durante los últimos diez años. Es menos del 20% esta temporada». Él también culpa al fósforo blanco de la gran escasez de dátiles.
Haider al-Lahham, ingeniero agrícola, piensa que las palmeras, como los humanos, pueden sufrir ‘miedo’ y ‘deformaciones’ . Según su opinión «la temperatura durante el período de cuarenta días de frío intenso, -del 25 de diciembre al 5 de febrero-, pasó de los 5 grados centígrados a los 15 debido a las miles de toneladas de explosivos y bombas lanzadas, causando la pérdida de las defensas que todos los cultivos necesitan para hacer frente a las diversas temperaturas, y que puedan transformarse así los brotes en frutos. Por lo tanto el efecto ha sido que disminuyan los cultivos de todo tipo, especialmente los árboles frutales que necesitan una mayor protección contra el frío como los almendros, los manzanos y los olivos. Esas bombas no han tenido ninguna piedad con los seres humanos ni con las piedras, mucho menos con los árboles».
Fuente: The Palestinian Information Center (PIC) / Nodo50.org (Traducción: Mar Gijón Mendigutía)
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