Esta semana comienza un juicio poco común en Israel, que la gente de todo el mundo estará observando con atención. Este juicio involucra la trágica muerte de una estudiante estadounidense de 23 años llamada Rachel Corrie. El 16 de marzo de 2003 murió aplastada por una topadora militar israelí.
Rachel era voluntaria del grupo Movimiento de Solidaridad Internacional (MSI) que se formó luego de que Israel y Estados Unidos rechazaran una propuesta de la entonces Alta Comisionada de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Mary Robinson, de enviar observadores internacionales de derechos humanos a los territorios ocupados. El MSI se define como “un movimiento liderado por palestinos comprometido con la resistencia a la ocupación israelí de tierra palestina mediante métodos y principios no violentos y de acción directa”. Israel estaba construyendo un gran muro de acero para separar Rafah de Egipto, y estaba demoliendo casas y jardines con topadoras para crear una “zona de contención”. Rachel Corrie y otros siete activistas del MSI fueron convocados aquel día de marzo para proteger la casa de la familia Nasrallah, amenazada de demolición por dos topadoras blindadas israelíes, fabricadas por la empresa estadounidense Caterpillar.
Cindy Corrie, la madre de Rachel, relató lo sucedido: “La topadora avanzó hacia Rachel. Ella asumió una posición que dio a entender que no se movería. Tenía puesto su chaleco naranja. Cuando la topadora continuó avanzando, ella se paró sobre el terraplén y un testigo declaró que su cabeza se asomaba por encima de la hoja de la topadora, o sea que se la podía ver claramente, pero la topadora siguió avanzando sobre ella, hasta aplastar su cuerpo. Se detuvo y luego dio marcha atrás, según la declaración del testigo, sin levantar la hoja, de manera que retrocedió nuevamente por encima de ella. Sus amigos gritaban todo el tiempo a los conductores de la topadora que se detuvieran. Corrieron hacia ella rápidamente y ella les dijo: ‘Creo que me quebré la espalda’. Esas fueron sus últimas palabras”.
Poco después de la muerte de Rachel, la familia Corrie se reunió con el Departamento de Estado del gobierno de Bush. Fue en ese momento que surgió por primera vez la idea de presentar una demanda civil, mencionada por el propio jefe de personal del entonces Secretario de Estado Colin Powell, Lawrence B. Wilkerson. Craig Corrie, el padre de Rachel, recuerda: “El me dijo: ’Si fuera mi hija, los demandaría. No me importa el dinero. No me importaría nada. Demandaría al estado de Israel.” Finalmente, la familia Corrie terminó haciendo justamente eso.
Justo antes de dirigirse al Aeropuerto JFK en Nueva York para asistir al juicio en Haifa, Israel, Craig Corrie me habló de la demanda: “Realmente, para nuestra familia esta es la culminación de siete años de pedir algún tipo de justicia por el asesinato de Rachel. Y hemos intentado por los medios diplomáticos, y hemos pedido una investigación encabezada por Estados Unidos de la muerte de Rachel. También entendemos que los israelíes, a través del Primer Ministro Sharon, prometieron al presidente Bush realizar una investigación exhaustiva, creíble y transparente acerca de la muerte de Rachel. Pero, según los parámetros de nuestro propio gobierno, eso no ha sucedido. Entonces sólo nos queda presentar una demanda civil. Así que estamos acusando al Estado de Israel de haber matado a Rachel en forma intencional o bien de ser culpable de flagrante negligencia en su muerte”.
Según un informe de Human Rights Watch de 2005, las “investigaciones de Israel acerca del asesinato de Corrie…no llegan a cumplir con la transparencia, la imparcialidad, y la exhaustividad exigidas por el derecho internacional”.
El juicio civil, dice Craig Corrie, no tiene que ver con los daños y perjuicios monetarios, sino con descubrir información, en el mismo sentido en que “[el Arzobispo sudafricano] Desmond Tutu habla de subsanar las lágrimas en la sociedad. Y creo que es más bien como una herida en el brazo, es imposible esperar que la mitad de una herida se cure y la otra mitad quede sin curar”. La familia Corrie nunca habla solamente de su hija, sino también sobre la difícil situación del pueblo palestino y el sitio israelí en Gaza. Según las últimas cifras del Comité Israelí Contra la Demolición de Viviendas, 24.145 viviendas han sido demolidas en los territorios ocupados desde 1967, entre ellas 4.247 que las Naciones Unidas estima fueron destruidas durante la Operación Plomo Fundido, como llamó Israel a su ataque militar contra Gaza en diciembre de 2008 y enero de 2009.
Por supuesto que no sólo se destruyeron viviendas. Más de 1.400 palestinos y 13 israelíes murieron. La familia Corrie también expresa preocupación por el daño psicológico infligido a los soldados israelíes. Craig Corrie dijo, “Perdimos a Rachel, y eso duele todos los días, pero el conductor de una topadora perdió gran parte de su humanidad cuando aplastó a Rachel. B’Tselem nos dijo, por ejemplo, que en 2004, creo, la mayor causa de muertes, proporcionalmente, de soldados israelíes, fue el suicidio. Esto tiene un costo enorme para los soldados”.
El comienzo del juicio coincide con la primera visita de Joe Biden a Israel como Vicepresidente. Como presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, Biden procuró obtener respuestas por la muerte de Rachel Corrie durante las audiencias de confirmación del Embajador de Estados Unidos en Israel James Cunningham.
Biden conoce el dolor de perder a una hija. Su propia hija murió junto a su primera esposa en un accidente automovilístico en 1972. La familia Corrie pide a la gente de todo el mundo que los acompañe el 16 de marzo, en el aniversario de la muerte de Rachel, en busca de verdad, responsabilidad y justicia.
Cindy Corrie dice, “B’Tselem y Human Rights Watch y otras organizaciones han hablado de la impunidad de la que gozan las fuerzas armadas israelíes debido a que no deben rendir cuentas en tribunales ni en otros ámbitos. Y espero que la gente se movilice para decir ‘Ya fue suficiente’ y para pedir que se haga justicia por Rachel, pero vinculando su caso con estos temas más amplios”.
Rebelion, Amy Goodman Texto en inglés traducido por Mercedes Camps
martes, 16 de marzo de 2010
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Rachel está en nosotros, nos dejó marcados el horror de esa secuencia de fotografías que vimos un día. Rachel sige viva en nuestra memoria, por tanto pese a quien le pese y por mucho que se empeñen no podrán evitar que les transmitamos a nuestros hijos, que queremos un mundo más JUSTO, donde ninguna Rachel ni ningún niño, hombre o mujer muera palastado por la injusticia y la sin razón del terrorismo sionista.
ResponderEliminarNadie que vió sus fotos al morir podrá nunca olvidarla,ni a ella ni a los que lucha por defender su tierra.
Gracias Ma. José muy lindas tus palabras.
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