miércoles, 8 de julio de 2009

Israel se apropia del agua de Gaza

La lucha por el agua en Palestina no es, como en el resto del mundo, en prevención del cambio climático o en oposición a maniobras de las corporaciones multinacionales, sino por el mero acceso a este elemento básico y contra su contaminación.

En árabe, como en todos los idiomas, suele sentenciarse que “sin agua no hay vida”, recordó Mohammad Ahmed, director del Departamento de Control Hídrico de la Autoridad Palestina del Agua. Sea como sea, aquí “el agotamiento y el deterioro de las napas subterráneas son muy rápidos”, advirtió.

El acuífero costero y la napa freática de Gaza son las principales fuentes de las que se abastecen los sectores agrícola, comercial e industrial y el público, dijo Ahmed.

Pero a raíz de los ataques israelíes contra ese territorio palestina del 27 de diciembre al 17 de enero, buena parte de la infraestructura hídrica quedó destruida o dañada. La situación, por lo tanto, es peor que antes.

La destrucción causada por los bombardeos israelíes, por tanques y aplanadoras en toda Gaza, también deterioró la red de saneamiento. Unos 150.000 metros cúbicos de aguas servidas sin tratar o parcialmente tratadas fluyeron por tierras agrícolas y residenciales, e incluso hacia el mar Mediterráneo.

El promedio diario de aguas servidas todavía bombeadas hacia el mar es de 80.000 metros cúbicos.

La crisis en el tratamiento del agua es una catástrofe que viene agravándose a lo largo de decenios. El Departamento de Ambiente y Ciencias de la Tierra de la Universidad Islámica de Gaza señaló en 2004 que las napas subterráneas ya se habían “deteriorado a un grado tal que el agua de la red municipal se había vuelto salobre e inadecuada para consumo humano”.

Entre las técnicas introducidas para mejorar la situación figuraron la desalinización y el procedimiento de filtración conocido como ósmosis inversa –que emplea membranas semipermeables–, además de la importación de agua embotellada y la recolección de la lluvia.

Pero estas iniciativas se han vuelto cada vez más inútiles tras años de ataques israelíes contra la infraestructura de Gaza, combinados con sus sanciones y el sitio que le ha impuesto y que se vio intensificado desde junio de 2007, cuando el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) tomó por las armas el control de este territorio palestino.

El asedio prolongó la espera de materiales de construcción como cañerías. Esto afecta directamente la capacidad de Gaza de mantener sus plantas de saneamiento y tratamiento hídrico.

“Durante tres años esperamos que estos elementos ingresaran, junto con las unidades de desalinización”, dijo Ibrahim Alejla, encargado de medios de la Compañía de Agua de las Municipalidades Costeras de Gaza.

En su Informe de Evaluación de Daños de enero de 2009, ese organismo aseguró que se había destruido el equivalente a 5,97 millones de dólares en la infraestructura de tratamiento hídrico y de residuos líquidos.

Algunos de los mayores deterioros se registraron en el norte de Gaza, donde tres nuevas plantas fueron totalmente destruidas. La Planta de Tratamiento de Emergencia de Aguas Residuales de esa zona resultó muy dañada, así como las redes que permitían la circulación de las mismas en esa zona.

Más de 800 de los 2.000 pozos de agua de Gaza fueron destruidos o quedaron inutilizables a partir de los últimos ataques israelíes, según autoridades del territorio palestino.

El centro de la franja de Gaza también se vio afectado. La Planta de Tratamiento de Aguas Residuales de Sheikh Rajleen, la mayor de la franja, fue bombardeada. Esto hizo que las cañerías se rompieran y que los residuos líquidos sin tratar inundaran más de un kilómetro cuadrado de tierras agrícolas y residenciales.

La Compañía de Agua de las Municipalidades Costeras aseguró haber proporcionado a las autoridades israelíes coordenadas para ubicar todas las instalaciones hídricas y de saneamiento. Aún así, fueron atacadas. Las cañerías sufrieron los mayores daños, y fueron atacadas por tanques y aplanadoras.

Los caños también están entre los elementos cuyo ingreso a Gaza tienen prohibido las autoridades israelíes.

Mohammad Ahmed dijo que la naturaleza arenosa de la región de Sheikh Rajleen hizo que las aguas servidas penetraran en la napa freática.

“Hemos hallado detergentes en nuestros pozos de control, lo que indica que las aguas residuales y las subterráneas se han mezclado”, explicó Ahmed.

El director de la Compañía de Agua de las Municipalidades Costeras, Monther Shoblak, señaló que este tipo de contaminación también ocurrió en Beit Hanoun, al norte de la ciudad de Gaza.

La región de Wadi, en el centro de la franja, es uno de los sitios donde el vertido de aguas servidas es más visible y tóxico. Quienes viajan desde la ciudad de Gaza hacia el sur pueden ver y oler el flujo de sedimentos negros hacia el mar.

Ibrahim Alejla, de la Compañía de Agua de las Municipalidades Costeras, enfatizó que esto no sólo es peligroso, sino también un derroche.

“Si las fronteras estuvieran abiertas y pudiéramos obtener los productos químicos y el equipamiento necesario para tratar las aguas, éstas podrían reutilizarse en la agricultura”, sostuvo.

Mohammad Ahmed dijo que en los últimos dos años los niveles de nitrato triplicaron el límite permitido por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Expertos aseguran que los nitratos causan cáncer.

“Es demasiado pronto para ver todos los impactos negativos”, señaló.

Además, como los laboratorios de la Universidad Islámica de Gaza fueron bombardeados durante los ataques israelíes, la franja “no tiene instalaciones para analizar el agua a fin de detectar la presencia de metales pesados y otros contaminantes”, agregó..

Ahmed cree que cuando realicen los análisis se encontrarán numerosos contaminantes químicos.

“La guerra fue en la estación lluviosa. Con las precipitaciones, las sustancias químicas y contaminantes que estaban en el aire fueron a parar directamente al agua subterránea”, aseguró.

Según la Compañía de Agua de las Municipalidades Costeras y la Autoridad Palestina del Agua, muchas de las áreas más afectadas hicieron reparar sus redes hídricas. “Las municipalidades cloran el agua para eliminar la contaminación”, dijo Ahmed.

Pero se suscitan dificultades cuando las autoridades israelíes impiden el ingreso de cloro a Gaza. “Entonces el gobierno aconseja no beber agua de la red”, agregó Ahmed.

También alertó sobre el efecto de las aguas subterráneas contaminada en los residentes de las áreas rurales. “Muchas personas dependen de pozos para tener qué beber”, dijo.

Pero los problemas hídricos van más allá del consumo de agua contaminada. El Ministerio de Salud de Gaza y la OMS advirtieron que en siete áreas extremadamente contaminadas no se debe nadar, dado el alto riesgo de contraer diarrea y enfermedades de la piel.

El pescador Khaled Al-Habil, del puerto de la ciudad de Gaza, dijo que las aguas tóxicas han destruido la vida marina.

“Los pescados están negros por dentro. Las aguas servidas destruyen a los peces. A quienes nadan en el puerto se les irrita la piel, les salen sarpullidos”, relató.

“Soy pescador y conozco a los peces. Pero hay otros que no saben si los pescados que compran son del puerto, y los comen”, dijo.

Israel se dirigió a las Naciones Unidas para afirmar que no se transfiere agua de un territorio ocupado al territorio de la potencia ocupante y que no existen pozos que extraigan agua de lo que Israel llama Judea-Samaria para transferirla fuera de ese territorio. Pero según otro informe que salió a la luz en 1989, titulado "Asistencia al pueblo palestino", se afirma "... las autoridades israelíes han estado perforando pozos en la franja de Gaza para su propio sistema nacional de abastecimiento de agua." Por otra parte en el número 38 del boletín newsletter, del Comité Internacional de Coordinación de las Organizaciones no Gubernamentales sobre la Cuestión de Palestina figura información acerca de un acueducto que transporta agua desde la franja de Gaza a Naqah, al este de la región meridional de dicha franja.

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